Entre los nueve y los diez años el niño se separa del mundo circundante con el que hasta entonces convivía en forma completamente natural y espontánea: Se robustece su conciencia del yo, su vida anímica se vuelve más interiorizada y autónoma. Es como si el niño quisiera conocer el mundo desde una nueva mirada, quiere venerar conscientemente lo que antes amaba de modo instintivo e infantil, pero también quiere tener la sensación de que es justificada su veneración: He aquí la fuente de su aparente obstinación, de su mirada crítica, de su rebeldía. Esta edad requiere mucha paciencia, sabiduría y tacto por parte de los educadores. Para evitar decepciones en el niño ante este nuevo mundo, hemos de mostrarle lo maravilloso de lo cotidiano, hemos de acercarlo a experiencia de la vida real. De este modo su crítica y obstinación, podrán transformarse en alegría, en deseos de conquistar el conocimiento desde su yo, no ya solamente por imitación y amor al maestro. Ahora el niño quiere saber, quiere conocer al hombre y al mundo que lo rodea con sus propios ojos.
La planificación pensada para el cuarto grado intenta, pues, tener en cuenta ese color particular del niño en esta etapa de la vida. Si, como educadores, permitimos que el deseo de saber y de conocer propios de la edad, se mantenga vivo, se fortalezca, habremos cumplido con la misión más profunda de la educación. Este deseo de saber, de conocer que vive en el alma del niño de diez años, será la base del conocimiento en los años venideros, de la elaboración de juicios propios y de búsqueda de la verdad en la juventud y la adultez. Esto es, en breves y sencillas palabras, educar para la libertad.
El relato : Mitología nórdica
Las narraciones de la mitología nórdica presentan una imagen de la creación y desarrollo del hombre y su relación con el mundo espiritual. Muestran la lucha del hombre contra las fuerzas adversas, el ocaso de la antigua concepción del mundo y el nacimiento del yo. Muestran la pérdida de la visión clarividente de la etapa evolutiva anterior y la consiguiente catástrofe, a partir de la cual surge una nueva esperanza y una nueva vida en la cual el hombre ha de acceder a las verdades espirituales desde su propio yo y no desde lo dado naturalmente a través de la clarividencia. Esta es una vivencia comparable a la que transita el niño que ahora ha de conocer el mundo y conquistarlo desde su individualidad, desde su yo.
Los personajes de estas narraciones veían la vida como un desafío. Estaban colmados de un sentido de aventura y de valor para enfrentar y vencer las vicisitudes a través de la fuerza de su propio yo en desarrollo. Tales cuadros imaginativos actúan de espejo para el niño, reflejan las vivencias de su propia alma, le permiten identificarse con aquel pueblo fuerte y valeroso.
Bibliografía:
“Etapas Evolutivas del Niño”. Lievegoed, Bernard.
“Almas nacionales” Steiner, Rudolf.
“Mitos y Sagas” Steiner, Rudolf.
“La mitología nórdica y sus significado”.
Wilkinson, Roy.