Por Analia Seragopian
Cuando la escuela comenzó, hace 20 años, fui convocada para trabajar con los niños con necesidades especiales desde el movimiento, seguramente por mi experiencia como bailarina, profesora de Expresión Corporal y madre Waldorf de tres niños hoy adultos. Más tarde me especialicé en Terapia Ocupacional y Pedagogía Curativa.
El Jardín de Infantes es el lugar donde más se observa la importancia del movimiento. Se produce un proceso con alegría en el hacer de todas las actividades que se plantean. Cocina, tejido, pintura , huerta, juego creativo, y la respiración que ayuda tanto a la contracción como a la expansión rítmicas.
Cuando inicie mi trabajo en el Jardín la necesidad estuvo puesta en conocer mas en profundidad a los niños preescolares.
¿Qué característica iba tener ese nuevo grupo en el futuro 1er grado?
¿Cuántos niños con necesidades anímicas iban a requerir alguna mirada en especial?
Actualmente esa mirada se completa en forma interdisciplinaria con la del Psicólogo del Equipo de Orientación Escolar y de la Médica Escolar.
Desde la observación, considero mi trabajo como preventivo, por un lado a través de ateneos pedagógico terapéuticos de niños de quien se necesita tener una mirada mas profunda, una imagen mas certera, teniendo en cuenta su individualidad, y tratando de conocer su necesidad.
La observación se hace día a día y en forma rotativa por cada una de las salas, y si en el devenir de la mañana se necesita alguna intervención la realizo incorporándome al juego mismo de los niños, o sugiero alguna estrategia, herramienta o adaptación a la maestra que facilite la tarea y ayude al niño.
Otro aspecto importante de mi trabajo es el seguimiento de los procesos de los casos particulares con los médicos de los niños, con el equipo terapéutico externo (si fuera un niño con necesidades especiales integrado), con las familias y las maestras a través de las reuniones, con los terapeutas particulares, con las escuelas 500 que supervisan los casos de niños integrados.
Cuando un niño comienza un proceso terapéutico se hace necesario el seguimiento , la evaluación de lo realizado y la posibilidad de una nueva mirada y un cambio hacia nuevas propuestas..
La gran riqueza de imitación que tienen los niños en el jardín facilita la tarea de quienes nos ocupamos de este primer septenio, ellos son dúctiles, miran, observan y hacen, corre por cuenta de nosotros los adultos acompañarlos en su proceso desde el amor y lo saludable.