La importancia de la religión en una etapa de la vida está totalmente unidad a toda la biografía. Muchos decidimos bautizar a nuestros hijos, nos hemos casado por la iglesia y deseamos enterrar a nuestros seres queridos religiosamente. ¿Pero qué es este mundo que es representado por la religión, qué importancia tiene en nuestra vida, más allá de la tradición y un deseo de encontrar protección?
Consideramos real al mundo que vemos, que tocamos, olemos, oímos, saboreamos… Consideramos imaginario al mundo que no vemos: los ángeles, Dios, los seres elementales, energías, difuntos, no nacidos. No sabemos si existen o no los seres del mundo espiritual porque no los podemos percibir con los sentidos. ¿Dónde está entonces el cielo? ¿O el infierno?
El cielo está en nosotros y alrededor de nosotros; el infierno también. No andamos tropezándonos con ángeles o demonios, ni con seres elementales o difuntos o no nacidos. Pero están a nuestro lado. ¿Cómo poder sensibilizarnos para poder percibir el cielo?. En cierta manera nosotros todos tenemos ciertas capacidades suprasensibles… hay muchas personas que “huelen” el peligro, que perciben cuándo un ambiente no es sano, cuándo alguien está mintiendo o incluso lo que están pensando de uno. Hay personas que tienen sueños premonitores y que saben descifrarlos, hay personas que se acuerdan del pasado remoto, incluso niños que se acuerdan del momento antes de su nacimiento.
¿Cómo conocer a Dios y comprobar su existencia? Acercándome a Él, preguntando por Él, averiguando, rezando, guardando momentos de silencio para encontrarlo… para que Él hable. Cosas que hoy en día no siempre hacemos. Hemos dejado de darle a Dios el espacio que antes llegó a tener. Ya no guardamos los domingos, ni los momentos para rezar en la noche y en la mañana, ya muchas veces ni siquiera antes de comer. ¿Qué pasó con el hombre? ¿ Ya no necesita a Dios? El hombre confía más en la medicina y los avances de la ciencia que en Dios, confía más en una compañía de seguros que en su ángel guardián. Hoy en día están de moda los seguros de vida, pero el seguro no nos asegura que no choquemos, que todo va a estar bien. El no nos protege de los accidentes, sólo nos puede ayudar a que no sea pesada la carga material. Rezar sin embargo sí nos da seguridad y confianza en la vida, nos enseña a aceptar lo que viene a nuestro encuentro como oportunidad de aprendizaje, nos quita el miedo. Porque sentimos que hay una mano grande que nos sostiene, aún cuando lo perdamos todo, Él no nos va a dejar caer. Esa seguridad es la que nos da la religión: re – ligar, volver a unirnos con nuestro origen divino.
Antes la educación era principalmente educación religiosa: se enseñaba el origen del universo a través de los mitos, la filosofía, la ética… todo se basaba en la existencia de un mundo divino que dio origen al mundo material. Con el paso de los años y la encarnación más intensa del ser humano todo ha cambiado.
Hoy en día cuidamos que nuestros hijos tengan una buena educación intelectual, social, cultural, musical. La parte que tiene que ver con el desarrollo de la confianza en el mundo espiritual debería sin embargo comenzar aún más temprano, desde antes de nacer. ¿Cómo se preparan los padres para recibir a un alma? ¿Dónde ha estado ella antes de nacer? ¿Surgió de pronto, se hizo de la nada en el momento de la concepción? ¿O ella ya estaba y nos miraba con amor? La madre embarazada sabe qué fuerza la acompañaba durante el embarazo, la presencia fuerte de ese ser. La oración se pronuncia desde la cuna, cada noche, el niño primero duerme, parece no percibir, después observa laleando, después aprende a callar mientras mamá o papá pronuncian la oración, después junta las manos y un buen día dice la oración con nosotros. ¿Cómo aprende a hablar un niño? Escuchando a sus padres hablar. Si un niño sano, no tiene personas que le hablen quedará mudo. Así es también con la educación religiosa; si un niño ve en su entorno personas que practican la religión él lo hará también. También podemos anular la vida religiosa en un niño y podemos incluso trastornarla, marchitarla con una mala educación religiosa, una educación que sea dogmática, dualista que separe al mundo en bien o mal, pecado o pureza, cielo o infierno, que sea memorista, donde se repitan versos u oraciones como un parloteo, o que imponga miedo. Una educación religiosa que se base en el asombro que nos produce la naturaleza, que enseñe valores a través de historias de personas que vivieron con un sentido de bondad y amor por el prójimo y la tierra, a través de la narración casi como una aventura de la vida del pueblo hebreo o de la vida de Cristo, una educación que permite al niño hacer preguntas e incluso dudar, moviendo la pregunta sin cansancio, hacen que al alma del niño le crezcan alas y quiera buscar a Dios.
La educación religiosa entonces comienza en casa y hasta los siete años la casa es el lugar donde el niño recibe todo lo religioso de los padres. Por supuesto si el niño asiste a un Jardín de Infantes adecuado, también puede recibir allí la educación y el sentimiento religioso. Pero a partir de los siete años el niño abandona la casa, está preparado para otro tipo de educación, tiene un maestro… también es la edad en que está preparado para ir a la iglesia. Lo ideal es que la iglesia pueda ofrecer al niño un culto adecuado para su edad.
La Comunidad de Cristianos celebra los domingos un culto para los niños. Ellos aprenden a entrar en el silencio y en una atmósfera sagrada , aprenden a juntar las manos y rezar en comunidad. A través de aquello que ellos ven y hacen se siembra en ellos la capacidad de construir en su alma una iglesia, de tener la fuerza de entrar en su interior, de hablar con Dios allí adentro.
A los14 años el niño recibe el Sacramento de la Confirmación: es despedido amorosamente para la vida. Se sembró la semilla, ahora él tiene que cuidar la pequeña plantita, ya puede hacerlo sólo.
Durante el segundo septenio el niño también asiste a las clases de religión. En los dos primeros años escucha cuentos sobre la naturaleza e historias que le hagan admirar el poder de Dios. En los años posteriores recibe historias del antiguo testamento, la historia de la humanidad a través de un pueblo, el pueblo hebreo e historias del evangelio, la historia de Jesús; también escucha biografías de personas que pasaron por dificultades pero fueron fieles a su ser interior y lucharon por lograr transformar el mundo. En el 7 y 8 grado se les da la preparación para la confirmación. Los niños preparan entonces su autobiografía.
La vida religiosa del niño en el segundo septenio también se va formando a través del festejo de las fiestas cristianas: Adviento, Navidad, Epifanía, Pasión, Pascua de Resurrección, Ascensión, Pentecostés, Juan el Bautista y Micael.
Otra actividad importante que la Comunidad de Cristianos organiza para fortalecer la educación religiosa de los niños es el Campamento para niños. Una vez al año los niños salen de sus casas por varios días a la naturaleza y forman una comunidad de vida con su sacerdote, algunos adultos y jóvenes ayudantes. Allí el niño tiene una vida muy rítmica, sin televisión, con una muy buena alimentación, con juegos y actividades para su edad y sobre todo con una atmósfera sana de compañerismo y comprensión. La educación religiosa durante el campamento no se da explícitamente, salvo los domingos que se celebra el Acto Dominical para los niños; la educación religiosa se hace implícita a través del ejemplo de los ayudantes y responsables del campamento.
La misión de la Comunidad de Cristianos es ayudar al ser humano desde su más tierna edad a tener un equilibrio interior para poder desarrollar su tarea en el mundo. Ese equilibrio interior sólo puede ser logrado integrando en la vida cotidiana la presencia del mundo espiritual.
Verónica Zamalloa Villa de Hartmann
Sacerdote de la Comunidad de Cristianos en Lima, Perú