
¡La importancia de trabajar con las manos!
“Dedos ágiles nos llevarán más adelante a un pensamiento ágil”. – Rudolf Steiner
Labores como lavar y cardar lana, ovillar, tejer con los dedos o en telar, tienen un gran valor pedagógico desde la etapa de educación infantil.
Esto es algo que la educación Waldorf, una pedagogía que pretende educar al ser humano de forma global (cabeza, corazón y manos), tiene muy presente.
¿Cuáles son los beneficios de hacer labores?
La práctica de las labores no tiene la intención de ofrecer sólo un pasatiempo agradable, sino que hay muchas razones por las que la pedagogía Waldorf aboga por ellas. Podríamos resumirlas de la siguiente manera:
- Refuerzan el desarrollo de habilidades importantes:
La psicomotricidad fina (esto propicia la preparación de la lectoescritura de forma natural), coordinación de movimientos, la orientación espacial, permanencia del objeto o la lateralidad.
Parece algo sencillo, pero el proceso mental que exige es muy complejo.
Las labores, tal como las concebimos en el jardín constituyen las llamadas «actividades de cruce de manos» generando en el niño pequeño las primeras vivencias de «centro», que lo preparan orgánicamente para la vivencia de las actividades de la escuela primaria.
- Desarrollan la imaginación y el pensamiento ágil:
Cualquier tarea de labores despierta los poderes creativos, ayudando al niño a desarrollar una imaginación sana.
Además las actividades manuales, cuando se practican según el punto de vista artístico o artesanal, tienen también la función de prepararnos para situaciones que se pueden presentar más tarde en la vida.
Y es que se establece una conexión entre la movilidad de los dedos y los pensamientos flexibles y la generación de ideas. Como si las puntadas que entrenan los niños con el movimiento de sus extremidades y sus dedos reaparecieran más tarde como fuerzas sanas para pensar.
Esto puede parecer a priori algo disparatado, y sin embargo, la neurociencia lo está demostrando. Son varios los estudios publicados ya, que demuestran el poder que tienen sobre el cerebro, este tipo de tareas.
- Son un pasatiempo agradable que genera vínculo:
Realizar este tipo de tareas manuales favorece la relación, promueve y mejora la comunicación y refuerza el vínculo. Los podemos acompañar haciendo la misma tarea, ofreciéndoles nuestra presencia y disponibilidad, que es la verdadera nutrición emocional que nuestros hijos necesitan de nosotros.
- Favorece la atención plena:
La naturaleza rítmica y repetitiva de ovillar, por ejemplo, favorece la atención plena y la consciencia del aquí y el ahora, con todos los beneficios que eso puede proporcionar para nuestro bienestar.
La ciencia ha demostrado, de hecho, que este tipo de actividades no están tan alejadas de la meditación.
Para la pedagogía waldorf, todo aprendizaje se introduce a través de la imagen del relato de una historia que se impregna en el alma del niño generando impresiones genuinas en su sentir para dar lugar a la voluntad y posibilitar un aprendizaje profundo.
Algo importante a tener en cuenta, es que estas tareas que le enseñamos al niño, deben tener un propósito, una utilidad, que sirvan para algo. Mejor si cosemos un trozo de tela que después será un almohadón o tejemos en el telar para confeccionar un bolso o un estuche. Así el niño siente que lo que hace, además de ser algo bonito, sirve. Lo que aumenta el sentido práctico de su esfuerzo, le ayuda a entender cómo funciona el mundo, y refuerza su autoestima.
Compilación y desarrollo por las maestras del Jardín