
«Sólo en la oscuridad puedes ver las estrellas».
Adentrándonos en la profunda oscuridad del frío invierno, buscamos el calor de nuestra propia luz interior: la que brilla en nuestros corazones en cada fiesta de los farolitos. Y es así que cada año primer grado es acompañado en este camino por sus padrinos de séptimo grado, armando los faroles y caminando juntos de la mano en este recorrido, alumbrados apenas por los puntitos de luz y el saberse acompañados, uniéndose en el calor del fogón y envueltos por bellas canciones.
Camino que para séptimo grado culmina y que año tras año ha transitado, compartiendo hermosas melodías y brillantes faroles hechos por sus manos que acompañaron cada etapa de su crecimiento.
Y camino que recién comienza para primer grado, mirando con ojos de asombro, devoción y esperanza a sus padrinos. Ojos puestos en esas lucecitas que están dejando la escuela primaria y que, aunque estemos en el calor del hogar, no dejan de brillar y acompañar con su luz a toda la escuela y a cada uno de nosotros.
Es por eso que quería invitar a toda la comunidad este 26 de junio, cuando cada uno esté compartiendo en familia su luz, a que tejamos un puente imaginario de rayos entre estas pequeñas luces que comienzan a brillar y las estrellas que parten hacia el secundario dejando su estela en esta, su última fiesta. Para que puedan así sentirse alojados y unidos por el calor de la luz de cada corazón.
Quiero remarcar, en este año tan particular de la humanidad, la importancia de unirnos desde nuestros corazones y con el pensamiento, co-creando un campo de luz, calor y esperanza, más que nunca, permitiéndonos comprender la conexión suprasensible, a distancia, invisible, como una red que nos une estando lejos para sentirnos cerca.
Maestra Karina