
El pan del grano
el grano de la luz
la luz de la faz eterna.
El fruto de la tierra
la imagen de Dios,
la luz divina de mi corazón.
¡Buenos días querida comunidad!
En cada niño y niña brilla la gran estrella, el anhelo de cuidar la tierra y conocerla en sus necesidades, de observar los secretos de las plantas y así acompañarlas en sus crecimientos tan diversos. ¡Qué gran alegría fue para cada niño y niña el milagro del nacimiento de las espigas! Una familia hasta tuvo que oficiar de partera porque a una de las espiguitas le estaba costando mucho nacer sola y, por suerte, ojos amorosos la descubrieron en su esfuerzo y pudieron ayudarla.
Ojitos de oro, como dice mi mamá, es lo que los niños y niñas tienen, solo hay que aprender a mirar.
En esta época de Micael nos propusimos como grado transformar en pan, harina de espigas que alguien ya cultivó, y con todos los ingredientes sobre la mesa, ingredientes ya colmados de trabajo humano, ¡nos pusimos manos a la masa! Cada quien, desde su casa, pensando en el buen fin de este trabajo, con fuerza, con alegría, también empatía y ganas de ayudar, logramos así una gran mesa repleta de pancitos que fueron entregados a manos muy laboriosas en el Centro Cultural «El Bondi» para acompañar las viandas que se entregarían el día martes. Mi corazón latía con gran entusiasmo cuando poco a poco fuimos recibiendo los panes, cada paquetito llevó a una familia, calor humano y amor transformado en pan. Seguiremos amasando cada semana, con el desafío y deseo de sostener la propuesta durante este año.
El día del Arcángel Micael, al igual que muchas familias, también sembramos en nuestras casas algo nuevo, preparando la tierra y nuestro corazón para los desafíos que vendrán, proponiéndonos sostener el cuidado de lo venidero con cariño y entusiasmo. Desde esa semana cada niña y niña de sexto grado y también sus maestras, se proponen un desafío por semana y con mucho asombro y alegría hemos escuchado que muchos y muchas nos proponemos escuchar al otro, ser más pacientes con respecto a cosas que quizás haríamos distintas, hacer la ronda (con todo lo que ella nos brinda). Ojitos de oro tienen las niñas y niños y nosotros los grandes ¡también! Qué bellos tesoros somos capaces de encontrar si miramos a través de ellos.
Maestra Luciana.