A los seres humanos nos da seguridad el ritmo, manteniendo hábitos sanos y encomendándonos a las fuerzas Invisibles, a las fuerzas de la Naturaleza, a las fuerzas Divinas, a las fuerzas Creadoras….y así caminar individualmente en Comunión.

Este año en particular, fue un gran desafío encontrar el ritmo, Incorporar hábitos sanos, confiar sin miedo en el futuro y caminar individualmente en Comunión. 

Cada maestro fue su propio ser inspirador encomendándose a las Fuerzas Divinas para seguir la Estrella. Cuántas veces no la pudimos ver…pero ella estaba allí para nosotros. 

Yo también soy madre y como madre, responsable de mi hijo. Muchas veces no vi mi estrella, pero ella continuaba brillando  para mí y yo solo debía confiar. A lo largo de este año he hablado con las familias que han despertado muchas veces sin ver su estrella. 

De eso se trata la vida misma…a María y a José le sucedió lo mismo. La estrella estaba guiándolos pero ellos no podían verla. El Burrito de María fue el que siempre vio su luz y su resplandor y los guío al Pesebre preparado para ellos. 

«Intentando» encontrar el ritmo, todas las mañanas los maestros prepararon la tarea y los padres, guardianes del Hogar, la recibieron.  Cada maestro tiene su color, cada familia tiene su color y de esta manera, cada niño recibió el alimento sobre un hermoso mantel.

En la mesa de manjares hubo alimentos que para algunos niños fueron gustosos y exquisitos y para otros ácidos y agrios. Pero sabemos que probarlos con paciencia, amor, respirando y confiando, nos hace más sabios y fuertes internamente.

Confiemos en el trabajo de este año, miremos el campo arado y sembrado, confiemos sin miedo a imaginar sus frutos. Nuestros tiempos son diferentes a los tiempos de las fuerzas Divinas, pero todo llega…podemos ya disfrutarlo.

Maestra María