Salió el sol para estas pascuas y como fruto del amor del corazón, brilla más hermosa nuestra escuela luego de las jornadas de trabajo de la semana anterior y de este viernes santo.

El trabajo interior luce como perlas en nuestros actos que hoy adornan nuestra amada escuela. Con gran entusiasmo y alegría se trabajó mucho este fin de semana y el anterior. Fue un trabajo de distintos tipos, algunos generando lugares para jugar y merendar bajo techos bien prolijos y armónicos, otros cual castores constructores, haciendo escaleras con tierra buena y grandes troncos, emprolijando las entradas y colocando la media sombra. Y ese tipo de trabajo que no se ve, pero es el que sostiene y ordena todo en derredor. Recordé con alegría una ronda que hicieron los niños y niñas el año pasado en su primer grado, una hermosa canción de las miles de hormiguitas que pasan con sus cargas, de hojitas y migas en filas muy largas… Así de perseverantes y sin perder la alegría generada por el encuentro, padres, madres y maestros llenaron entre las dos semanas, todos los pozos que había en el parque cargando carretillas y carretillas de tierra, limpiaron el fondo, allá donde casi nadie ve, ahora está limpio y prolijo!!

Todos estamos realmente agradecidos de corazón por el trabajo, la alegría que colma las almas, el juego de los niños y niñas, y porque sabemos que estamos en el camino juntos, transformando para los que van a venir detrás nuestro, para los niños y niñas de hoy y del mañana.

¡Muchas gracias, queridas familias!

¡Vamos a seguir generando flores con nuestras manos que nos hacen humanos, día a día!

Maestra Luciana