
En Éfeso, polis de Grecia, moría Heróstrato, un hombre que quería ser recordado por siempre pero no era ni inteligente, ni gran guerrero, ni filósofo. Tuvo la loca idea de hacerse famoso destruyendo el templo magnífico de la diosa Artemisa.
En ese momento, mientras moría Heróstrato, nacía un varón en Macedonia, que habría de ser, no solamente famoso por sus actos sino uno de los reyes más grandes: Alejandro Magno.
Las espadas de los macedonios abrieron el camino para que el conocimiento y el arte fluyeran por el mundo y se encontraran en la sabiduría de otras naciones.
En sexto grado, luego de escuchar la historia de Grecia y antes de irnos a a Roma, nos detendremos en la historia de Alejandro, hijo del rey Filipo de Macedonia.
Maestra María
Imagen: pizarrón realizado por la maestra Antonella y el maestro Francisco