
Las fiestas y celebraciones son una parte fundamental de nuestra vida escolar. Permiten un encuentro significativo entre niños, padres, familiares, amigos, maestros generando verdaderos lazos comunitarios. Regidas por las estaciones del año, son eventos muy significativos para el desarrollo de valores que nos constituyen como seres humanos espirituales.
Experimentar el paso del tiempo en relación a las festividades estacionales, nos permite recibir la maravillosa oportunidad de acompañar a la Tierra en su rítmica respiración.
Al vivir las fiestas, acompañado por adultos que buscan el fondo espiritual de éstas, el niño recibe un tesoro que lo enriquece para toda su vida.
Al ciclo de estas fiestas pertenecen Adviento/Navidad, Pascua de resurrección, fiesta del Otoño, Fiesta de los farolitos, Fiesta de la Luz, Fiesta de la Primavera y Micael. Cada festividad se refiere a una cualidad anímica o a un valor anímico espiritual, o a una estación y la vivencia de la Naturaleza. Además están los encuentros de toda la comunidad: la Peña y la Kermesse.
La Pascua es la fiesta que trae la alegría de la resurrección, de la nueva vida que se anuncia como esperanza para el ser humano. Es una fiesta que cae en un momento cósmico cuya fecha es movible: el primer domingo posterior a la primera luna llena y después del equinoccio de otoño. La vida espiritual está presente como fuerza interna, aunque en el mundo de los sentidos se presente como muerte. Los niños viven este momento pintando huevos coloridos, escuchando cuentos, cantando y recitando. La Pascua nos invita a encontrar la luz interior como nueva vida.
La resurrección significa transformación, cambio interior. Durante esta época con las actividades del ritmo diario, el niño es llevado a través de las imágenes, a vivir el proceso de transformación con ejemplos tomados de la naturaleza, que nos muestran estos procesos de declinación y maduración, como la semilla que se hunde en la tierra y después germina, y a través de cuentos en los que se vivencian procesos de transformación.
La Fiesta del Pan en la escuela Clara de Asís (texto de la maestra Florencia)
Al son de la música, de cada mañana vamos preparando el alma para amasar el fruto de la tierra, del trabajo humano que transformó las semillas en harina: el pan. A compartir con simpleza y amor. Nada más profundo y humano que compartir el alimento, con la conciencia del sacrificio que hay detrás, conciencia que proviene de haber sido parte de ese trabajo, de ese proceso natural y cultural. El sacrificio de la semilla que tuvo que ser apaleada para soltarse de la espiga, soplada para separarse de la paja, machacada y molida para transformarse en harina. Junto al sustento de la levadura, como una fuerza invisible, al agua, llena de vida, se forma la masa que crece y se impregna de luz. Y luego, a través del fuego transformador, se convierte en un pan redondito como una pequeña Tierra, que nos alimentará a todos.
El miércoles 16/4 celebramos la Fiesta del Pan en la primaria. Indescriptible vivencia la de estos días. Amasar junto a padrinos y madrinas, cuentos especiales (el de ayer «el pan de la vida» lo conté yo para primero y séptimo. El de hoy «las tres liebres» lo contó la maestra Erika), pintar los huevos, cantar, jugar, compartir el pan. Algo tan simple, y tan profundo. Pan, solo pan. Y el tecito hecho por los jovencitos de octavo (mi grupo anterior) con el cedrón recién cosechado. Pan, solo pan. Y allí estaba todo. Todos unidos. Cantando. Escuchando. Venerando, agradeciendo. Octavo también regaló una pieza musical maravillosa.
Fue un momento de plenitud, de completitud. El cuarto grado entregó las semillas más puras al tercero para la próxima siembra y todos fuimos testigos de la magia de la tradición que hace décadas se sucede año tras año.
Y luego la vida continúa y nos vamos a la vida con un gotita más de luz en el corazón.
Felices Pascuas, queridas familias, maestra Florencia
La fiesta en la lente del maestro Patricio:






































Primer grado y séptimo, pintan huevos:



