
La importancia de las actividades prácticas en el tercer septenio
(Extraído de conferencias dadas por Rudolf Steiner a maestros)
En el proceso de desarrollo de los jóvenes, es necesario que su relación con el mundo se incline cada vez más hacia actividades prácticas, para que tengan sus propias experiencias en este mundo nuevo que se les abre y se vayan compenetrando del aspecto práctico de la vida.
Es así que a través de las extremidades que crecen y se dirigen hacia el mundo que los rodea, realizan actividades prácticas con sentido en los talleres en los que desarrollan habilidades manuales y comprenden, desde la propia experiencia, cómo se realizan aquellos objetos que los rodean y el trabajo real y concreto que está contenido en ellos.
Por otro lado, es recién en esta etapa del tercer septenio que se da la posibilidad en los jóvenes de observar las actividades que ocurren a su alrededor. En el momento en que se despierta la comprensión por las actividades de los demás, surge una actitud consciente hacia el amor al trabajo, el amor al “hacer”.
De esta manera se conjugan el amor al trabajo en general y también el amor por lo que uno mismo está haciendo.
Para el desarrollo del aspecto social, las dos cosas que importan son: una devoción amorosa hacia lo que están haciendo y un interés comprensivo en lo que hacen los demás.
Para hacerlo, debemos darnos cuenta de lo que significa apoyar a los niños para que podamos ayudarlos en su propia autoeducación.
Tamara Henke
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